TRIDUO EN HONOR A NTRO. P. JESÚS DEL ECCE-HOMO | DÍA PRIMERO.


DÍA PRIMERO

RITOS INICIALES
(Omitir en caso de haber rezado previamente el Santo Rosario)

V/. + Por la señal de la santa cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
R/. Amén.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero; Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de Vuestra Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.
DÍA PRIMERO

CONSIDERACIÓN
Jesús coronado de espinas.

Del Evangelio según San Mateo:

Haciendo una corona de espinas la pusieron los soldados sobre la cabeza de Jesús.

MEDITACIÓN

Este suplicio de las espinas fue excesivamente doloroso, porque atravesaron por todas partes la sagrada cabeza del Señor, que es la parte más sensible, como que de la cabeza descienden todos los nervios y todas las sensaciones; y porque este tormento fue el más largo de su Pasión, puesto que Jesús llevó hasta la muerte estas crueles espinas clavadas en la cabeza. Cada vez que se tocaban éstas o su cabeza, se le renovaban todos los dolores. La corona fue hecha de muchos ramos de espinas entrelazados y dispuestos en forma de capillo o redecilla; por manera que según la revelación hecha a Santa Brígida, cubría toda la cabeza y descendían hasta la mitad de la frente.

Y según San Lorenzo Justiniano, las puntas de las espinas penetraron hasta el cerebro, y el mansísimo Cordero lleno de dulzura se dejaba atormentar a gusto de ellos sin articular palabra, y sin dar un solo grito; sino que cerrando los ojos por el exceso de dolor, lanzaba frecuentemente agudos suspiros, como un hombre que se halla en la tortura a punto de espirar. La cantidad de sangre que corría de las heridas de su cabeza por sus cabellos, ojos y barba era tanta, que su semblante parecía todo de sangre, según la revelación de Santa Brígida. Y San Buenaventura añade, que no era ya aquel hermoso rostro del Señor el que se veía, sino el de un hombre desollado.

Hágase ahora de forma privada la petición que se desee.

SÚPLICAS
(todos los días)

V/. Eterno Padre, por el Dulcísimo Nombre de Jesús, Misericordia. Padre nuestro que estás en el cielo...
R/. Santificado sea tu Nombre...

V/. Eterno Padre, por el Sacratísimo Corazón de Jesús, Misericordia. Padre nuestro que estás en el cielo...
R/. Santificado sea tu Nombre...

V/. Eterno Padre, por la Preciosísima Sangre de Jesús, Misericordia. Padre nuestro que estás en el cielo...
R/. Santificado sea tu Nombre...

ORACIÓN FINAL
(todos los días)

¡Oh amor divino! ¡Jesús del Ecce-Homo! Vos quisisteis ser coronado de espinas para alcanzarnos una corona de gloria en el Cielo. ¡Oh dulcísimo Salvador nuestro! Confiamos ser vuestra corona en el paraíso después de habernos salvado por los méritos de vuestros dolores: revestidos con el manto de tu gloria, bendeciremos allí eternamente vuestro amor y vuestras misericordias. Amén

V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
R/. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

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