Consagración al Inmaculado Corazón de María
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA SANTÍSIMA,
TRASPASADO POR LAS SIETE ANGUSTIAS,
que se proclamará en la Función Solemne en honor a Nuestra Amantísima Titular,
María Santísima de las Angustias.
Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y de los hombres, con renovada gratitud por tu presencia maternal y tu intercesión poderosa ante Dios Uno y Trino, esta Real y Venerable Archicofradía se une a todas las generaciones que te llaman bienaventurada. Celebramos con gozo las grandes obras que el Señor hizo por Ti y que Tú supiste guardar en tu Inmaculado Corazón, que nunca se cansa de inclinarse con misericordia hacia nosotros, los desterrados hijos de Eva, afligidos por el mal y heridos por el pecado, para curarnos y salvarnos.
Acoge con benevolencia, oh Madre Santísima, este acto de consagración que hacemos con confianza y amor ante el altar de nuestra devoción, en el que te contemplamos hermosa como torre de marfil, exaltada como Reina de todo lo creado. En esta hora en la que nos unimos de forma indisoluble al entrañable misterio de tu Corazón Inmaculado, nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada y nos acogemos bajo el amparo de tu maternal Patrocinio para que custodies nuestras vidas y así, en nuestros corazones se reavive y alimente la fe, se sostenga e ilumine la esperanza, y se suscite y anime la caridad, dejándonos conducir por los designios de Tu Hijo Jesucristo, que es camino, verdad y vida.
Te rogamos que intercedas ante Dios, Uno y Trino, y pongas bajo tu maternal patrocinio a Su Santidad el Romano Pontífice, a los obispos, sacerdotes y diáconos de tu Santa, Católica y Apostólica Iglesia; especialmente, derrama abundantes gracias sobre nuestros hermanos sacerdotes y sus familias. Acoge con ternura a la nación española, que con devoción y entrega ha cultivado el amor a tu Inmaculado Corazón desde los primeros tiempos de la Iglesia y ampara de modo especial a Su Majestad el Rey Felipe VI, Hermano Mayor Honorario Perpetuo de nuestra Archicofradía; a los gobernantes, y profesionales de todos los sectores que, con su trabajo y esfuerzo, procuran el bien de la sociedad, cuya máxima aspiración se encuentra en la encarnación de los valores del Evangelio, reflejados fielmente en el Magisterio de la Iglesia.
Enséñanos ¡oh Madre de Misericordia! a amar con la humildad y mansedumbre que emana de tu Inmaculado Corazón, para que, en todo, imitemos tus virtudes y adornemos nuestras vidas con la fragancia con que perfumas el Paraíso, congregándonos bajo tu protección e intercediendo en la hora de nuestra muerte ante Tu amantísimo Hijo Jesucristo, Rey de Reyes, para que podamos gozar por toda la eternidad de sus promesas en la Gloria en compañía de todos santos que se congregan en alabanza a la Santísima Trinidad en la Iglesia Triunfante.
Amén.
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