Triduo a María Santisima de las Angustias


DEVOTO EJERCICIO
ordenado en forma de triduo para honrar a la
BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
en su advocación de las
ANGUSTIAS
que se venera en la Iglesia de la Conversión de San Pablo de Cádiz

V/. + Por la señal de la santa cruz +  de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro  +  En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
R/. Amén.

Oración para todos los días

       Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María! que jamás se ha oído decir que ninguno de cuantos han acudido a Ti, implorando tu asistencia o reclamando tu socorro, haya sido desamparado. Animados con esta confianza, acudimos a tu altar, ¡oh Virgen de las Angustias! y aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches, ¡oh Madre de Dios! nuestras humildes súplicas, antes bien, escúchalas favorablemente y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
R/. Amén.

Día primero
Meditación: Anunciación del Ángel a Nuestra Señora.

         Congratulemos a María, fieles devotísimos de su Inmaculado Corazón traspasado; unámonos a todas las generaciones que felicitan a María en tan feliz circunstancia en la que concibió por obra del Espíritu Santo al que venía a iluminar nuestras tinieblas. Preservada de toda mancha de pecado desde el primer instante de su Concepción, ha sido llena de una gracia tan especial que ha comunicado gloria a los cielos, Dios a la tierra, fe a las naciones, fin a los vicios, instrucción a la vida y dirección a las costumbres.

         Consideremos a María en su feliz Anunciación; recreemos nuestro espíritu con las abundantes gracias que de la concepción purísima del Verbo hace descender a favor nuestro; llenémonos de júbilo en esta particularísima mediación con que nos favorece. Colmémonos de gozo y alegría; tributemos al Verbo Encarnado nuestras más fervorosas adoraciones en la tierra hasta que gocemos de su presencia en el Cielo. Amén.

Pídase en este momento la gracia que se desee alcanzar durante este triduo.

Día segundo
Meditación: Nuestra Señora al pie de la Cruz.

         Contemplad los dos sacrificios en el Calvario; uno, el Cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo; el otro, el Inmaculado Corazón de María, traspasado por la espada de dolor. Triste es el espectáculo de la Madre del Redentor viendo a su querido Hijo cruelmente clavado en el madero; permaneciendo al pie de la Cruz, oyó a su Hijo prometerle el cielo a un ladrón y perdonar a sus enemigos. Tal fue la generosidad de Nuestro Salvador que quiso que la Bienaventurada Virgen María no sólo fuera Madre de Dios sino también de la Iglesia. Así, las últimas palabras que le dirigió fueron: "Madre, he ahí a tu hijo." Y a nosotros nos dijo en San Juan: "Hijo, he ahí a tu Madre."

         Contemplemos a María en tan dolorosísimo trance en el que Nuestro Señor Jesucristo fraguó con su sangre y las lágrimas de Su Bendita Madre el pacto indisoluble de nuestra Redención. De tan cruento sacrificio brota la gloria de la Resurrección; por ello, llenémonos de júbilo al sabernos hijos de la Socia del Salvador del género humano, que con su sangre ha triunfado sobre la muerte y el pecado. Amén.

Pídase en este momento la gracia que se desee alcanzar durante este triduo.

Día tercero
Meditación: Tránsito y Asunción de Nuestra Señora.

         Ya se acercan los últimos instantes de su preciosísima vida a nuestra amantísima Madre, a aquella Madre de piedad y misericordia que en todos los momentos de su peregrinación en este valle de lágrimas siempre se ha empleado gustosa en ampararnos y defendernos con su dulce protección.

         ¡Oh dulce Madre! ¡Oh Consoladora de los Afligidos! ¡Cuánto debe complacernos tu gloriosa Asunción a los cielos, tu subida triunfante recostada sobre tu Amadísimo Hijo, cuando conocemos por Ella, que domiciliada en el cielo, has preparado para nosotros una ciudad de refugio! Bendigamos a María en su dulcísimo tránsito, alabemos perpetuamente su gloriosa subida a los cielos, celebremos con afecto de amor su coronación gloriosa, porque teniéndonos siempre presentes, como a sus amados hijos, nos sacará triunfantes de la tierra y nos llevará a ser gloriosos en el cielo. Amén.

Pídase en este momento la gracia que se desee alcanzar durante este triduo.
Súplicas
(Todos los días)

1.   Santísima Virgen de las Angustias, Madre de Dios; a tus pies acabamos de exponer nuestras peticiones y necesidades. Como medianera entre Dios y los hombres, entre el cielo y la tierra, míranos, atiende nuestros ruegos y socórrenos en la presente necesidad.

V. / Dios te salve María, Hija de Dios Padre, Virgen Purísima antes del parto, llena eres de gracia...
R. / Santa María, Madre de Dios...

2.   Santísima Virgen de las Angustias, Abogada de pecadores, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han recurrido a Ti implorando tu auxilio haya sido desechado. Animados de esa misma confianza, te pedimos que cumplas la palabra dada y nos atiendas en nuestras tribulaciones.

V. / Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, Virgen Purísima durante el parto, llena eres de gracia...
R. / Santa María, Madre de Dios...

3.   Santísima Virgen de las Angustias, Señora nuestra, que por tu intercesión vienes obligada a cuidar de tus protegidos, míranos con amor, escucha nuestras plegarias y guíanos en este valle de lágrimas.

V. / Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen Purísima después del parto, llena eres de gracia...
R. / Santa María, Madre de Dios...
  
Oración final
(Todos los días)

         ¡Oh, Virgen de las Angustias! a tus plantas nos postramos para encontrar en tus dolores el consuelo de nuestros pesares. Tú, que eres Madre de misericordia, alcánzanos del Señor el perdón de nuestros pecados y la gracia de una verdadera contrición. Animados con esta confianza nos acercamos a tu altar y te rogamos con fervor la mediación de tu Inmaculado Corazón por nuestras necesidades ante Dios Nuestro Señor. ¡Oh Madre! en tus manos ponemos nuestras almas, con la esperanza de que las presentarás ante tu Hijo y le pedirás que nos conduzca a la vida eterna. Amén.

V. / Ave María Purísima
R. / sin pecado concebida.

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