Sede Canónica

La iglesia de la Conversión de San Pablo es la sede canónica de nuestra Real y Venerable Archicofradía desde principios del siglo XVIII. También conocida como la iglesia de San Pablo, se trata de una iglesia cuyos orígenes se remontan al siglo XVII, aunque su aspecto actual se debe a la reforma realizada en estilo neoclásico a finales del siglo XVIII. Construida sobre una pequeña ermita dedicada al Apóstol San Pablo en el año 1678, el templo se concibió como capellanía de la "Casa de Mujeres Arrepentidas", fundada en Cádiz gracias a la donación de Doña Jacinta Martínez de Susalaga, siendo obispo Juan de Isla (1677-1680). La estrechez de la iglesia y su decoración barroca, ajena al gusto imperante a finales del siglo XVIII, motivó la reforma del edificio siendo obispo José Escalzo y Miguel. Las obras se llevaron a cabo bajo el proyecto y la supervisión de Torcuato Benjumeda y le confirió al templo su actual aspecto neoclásico. El coste de la obra fue sufragado por las dos hermandades que tenían su sede canónica en la iglesia de la Conversión de San Pablo: la del Ecce-Homo por un lado y la de Nuestra Señora del Sagrario de Toledo y su Compatrono el Señor San José por otro. Debido a este patronazgo sobre la fábrica, la Archicofradía del Ecce-Homo recibió en usufructo el altar mayor y los colaterales de la epístola, mientras que Nuestra Señora del Sagrario de Toledo y San José ocuparon sendos retablos en el lado del Evangelio.


Relieve de la Conversión de San Pablo, relacionado con la escuela genovesa.
Descripción

Nuestra sede canónica tiene planta rectangular con una sola nave y atrio, con cabecera cóncava y dos coros superpuestos que se sitúan en alto sobre el atrio; dicha particularidad arquitectónica se debe a que el coro bajo era empleado por músicos externos para la celebración de las solemnidades mientras que el coro alto estaba destinado a las residentes en la Casa de Mujeres Arrepentidas. Sin embargo, el beaterio en primer lugar la comunidad religiosa de Madres Filipenses que regentaba la institución, asistía a la Santa Misa a través de un coro oculto tras una celosía, situado sobre el altar de Nuestra Señora del Sagrario de Toledo. La iglesia se encuentra dividida en tres tramos por medio de pilastras dóricas sobre las que corre un entablamento decorado con triglifos. La cubierta consiste en una bóveda de medio cañón con arcos fajones, con vanos en la actualidad ciegos. Ante el presbiterio se eleva una una cúpula semiesférica sobre pechinas, con varios vanos que permiten la iluminación. 


Interior de la iglesia de la Conversión de San Pablo.
La fachada es dórica y se compone de dos cuerpos, enmarcado por pilastras el primero y rematado por un frontón triangular el segundo. Sobre la puerta de acceso hay un relieve de mármol blanco que representa la Conversión de Pablo, obra perteneciente a la escuela genovesa de fines del siglo XVII, aunque también se atribuye a Cosme Velázquez. Los retablos responden al momento de la reforma neoclásica, todos ellos fueron realizados en mármoles de colores, salvo el de Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Jesús que es de madera. Estas características confieren a la iglesia de la Conversión de San Pablo un aspecto armonioso y equilibrado donde la arquitectura toma protagonismo a través de la sencillez de líneas, resultando un espacio elegante y sobrio. 


Fachada de la Iglesia de la Conversión de San Pablo.
Los retablos de la Archicofradía

Nuestros Sagrados Titulares reciben culto en sus retablos de la Iglesia de la Conversión de San Pablo. Dichos retablos fueron decidos en usufructo a perpetuidad por el obispo José Escalzo y Miguel debido a que las obras fueron costeadas por la Archicofradía junto a la del Sagrario de Toledo. Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo se encuentra expuesto a la veneración de los fieles en el retablo mayor, construido en 1791, en estilo neoclásico academicista bajo diseño del valenciano Manuel Tolsá. Dicho trabajo fue acometido mientras el arquitecto esperaba en Cádiz para embarcar en la flota que lo llevaría a Nueva España (actual México) donde siguió desarrollando su carrera. El retablo de Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo está construido con mármoles de tono azul, rojo y blanco, traidos desde Italia pese a las prohibiones existentes sobre la importanción de este material a la Península. Mide aproximadamente ocho metros de altura y presenta planta lineal, compuesta de un cuerpo y un ático, con mesa de altar rectangular y decorada con un medallón y varias guirnaldas. Sobre la mesa de altar se levanta un manifestador en forma de templete, con planta semicircular sustentado por seis columnas de orden jónico con fustes lisos. El camarín de Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo se encuentra custodiado por cuatro columnas de orden corintio con fuste estriado y capiteles rematados con hojas de acanto. En el entablamento se encuentra el escudo de la Archicofradía, precediendo al ático de forma semicircular con la cabeza de un querubín en su centro. Sobre el mismo, recibe culto en una hornacima una imagen de San Pablo procedente de la antigua iglesia barroca. Todo el conjunto es coronado con un rompimiento de gloria con el Espíritu Santo.


Retablo mayor de San Pablo que cobija la Sagrada Imagen de 

Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo.
María Santísima de las Angustias recibe culto en su altar de estilo neoclásico, situado en el lado de la epístola. Datado en 1804, se atribuye su diseño a Torcuato Benjumeda. Está construido en mármoles de distintos tonos, predominando el gris y el rojo. Mide aproximadamente cinco metros de altura y posee planta lineal, componiéndose de un sólo cuerpo. La mesa es rectangular y se decora con algunas molduras. El primer cuerpo se centra en la hornacina que cobija a María Santísima de las Angustias; a ambos lados se sitúan dos columnas de orden compuesto, con fustes lisos de color gris, basas y capiteles de color blanco. El ático se configura de forma rectangular, donde aparece un lienzo que representa el camino al Calvario, todo ello coronado por una cruz de madera con unos ángeles que la sostienen. San Juan Evangelista, tercer Titular de nuestra Archicofradía, recibe culto en el siguiente altar, también atribuído a Torcuato Bejumeda y datado en 1804. De estilo neoclásico, está construido en mármoles de distintos tonos y mide aproximadamente cuatro metros de altura. La hornacina que cobija al Evangelista se encuentra custodiada por dos columnas de orden jónico y fuste estriado. Sobre la hornacina se sostiene un entablamento y cornisa sobre la que se sitúa el ático, donde se encuentra un lienzo que representa la gloria de San Juan Nepomuceno, rematando el conjunto una pequeña cornisa.



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