Novena de Rogativas a Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo.


NOVENA DE ROGATIVA A
NUESTRO PADRE JESÚS DEL ECCE-HOMO
contra la epidemia de COVID-19.

V/. Dios mío ven en mi auxilio.
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen.

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero; Creador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quién sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de Vuestra Divina Gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

HIMNO

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Dios Todopoderoso que enviaste a Tu Unigénito, a quien venero bajo el título de Nuestro Padre Jesús del Ecce-Homo, como médico divino que sana los cuerpos y las almas, inspira mi oración para implorarte con fe por la salud que todos cuantos sufren por la enfermedad. Reconozco, Señor, mi indignidad, pero confío en que “una sola palabra tuya bastará para sanarme”. Al verte humillado con el manto de la ignominia, Jesús del Ecce-Homo, reconozco el misterio del infinito amor con que derramaste tu sangre por mí, para devolverme la vida y salvarme. Por ello, quiero unirme a tu dolor y aceptar con amor los sufrimientos que trae la vida y ofrecerlos por la salud espiritual y corporal de aquellos que padecen la enfermedad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

LECTURA DEL PRIMER DÍA.

Del Evangelio de San Mateo (4: 23-25)

Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó. Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.

LECTURA DEL SEGUNDO DÍA.

Del Evangelio de San Mateo (8: 1-3)

Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» El extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra.

Del Evangelio de San Mateo (9: 35)

Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia.

LECTURA DEL TERCER DÍA.

Del Evangelio de San Mateo (8: 5-13)

Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Dícele Jesús: «Yo iré a curarle.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado."

LECTURA DEL CUARTO DÍA.

Del Evangelio de San Marcos (1: 30-34)

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

LECTURA DEL QUINTO DÍA.

Del Evangelio de San Lucas (13: 10-13)

Estaba un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.

LECTURA DEL SEXTO DÍA.

Del Evangelio de San Lucas (17:  12-17)

Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros!» Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz;"

LECTURA DEL SÉPTIMO DÍA.

Del Evangelio de San Juan (4: 49-53)

Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo.» Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive.» Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.» El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.

LECTURA DEL OCTAVO DÍA.

Del Evangelio de San Juan (5: 5-9)

Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?» Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo.» Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda.» Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. "

LECTURA DEL NOVENO DÍA.

Del Evangelio de San Juan (9: 1-7)

Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?» Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.» Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo."

Medite la Palabra de Dios y aplique sus beneficios por la intención de hoy, así como al eterno descanso de las almas de los fallecidos y por la recuperación de los infectados por la enfermedad.

SÚPLICAS
(todos los días)

V/. Eterno Padre, por el Dulcísimo Nombre de Jesús, Misericordia. Padre nuestro que estás en el cielo...
R/. Santificado sea tu Nombre...

V/. Eterno Padre, por el Sacratísimo Corazón de Jesús, Misericordia. Padre nuestro que estás en el cielo...
R/. Santificado sea tu Nombre...

V/. Eterno Padre, por la Preciosísima Sangre de Jesús, Misericordia. Padre nuestro que estás en el cielo...
R/. Santificado sea tu Nombre...

ORACIÓN FINAL

¡Oh divino médico, Jesús del Ecce-Homo! Tú que padeciste el terrible tormento de las espinas para sanar con tus padecimientos la enorme herida de nuestros pecados, sé consuelo de los afligidos y fuente inagotable de salud para los enfermos, por quienes te rogamos en esta novena. ¡Oh dulcísimo Salvador nuestro! Protege bajo el manto de tu gloria a todos los que con devoción nos refugiamos en tu Sacratísimo Corazón, de donde brota el fecundo torrente de la Redención. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

V/. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo
R/. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

V/. Sagrado Corazón de Jesús.
R/. en Vos confío.

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